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Obras maestras en Proceso

Durante tres emocionantes jornadas, 12 jóvenes del Club Aslan participaron en un taller de pintura que marcó una diferencia significativa en sus vidas ya que gozaron de una oportunidad que solo a través del Club Aslan han tenido. Más allá de aprender técnicas artísticas, los participantes vivieron una experiencia de crecimiento personal, descubrimiento y alegría compartida, que dejó huellas visibles en su actitud, confianza y entusiasmo.


Al inicio del taller, muchos de los jóvenes se mostraban temerosos y con dudas, ya que no sabían exactamente qué aprenderían ni qué materiales utilizarían. Algunos incluso expresaron que creían no poder lograr lo que se les propondría. Sin embargo, desde la primera clase se animaron a intentarlo todo con valentía recordando que en la promesa del Club Aslan se le invita a intentar cosas nuevas, siguieron cada indicación con esfuerzo y atención. Fue conmovedor observar cómo unos ayudaban a otros a entender mejor lo que debían hacer, creando un ambiente de colaboración, compañerismo y aprendizaje mutuo.


Desde el primer día, fue evidente el compromiso y la responsabilidad con la que los jóvenes asumieron esta oportunidad. Llegaban puntuales, con disposición para aprender y una actitud de respeto y curiosidad que facilitó el desarrollo del taller. Este nivel de motivación fue gratamente sorprendente y se mantuvo constante a lo largo de las tres sesiones.


Gracias a la generosidad del proyecto, que donó todos los materiales necesarios, los participantes no enfrentaron ninguna barrera para sumergirse de lleno en el mundo del arte. Cada joven tuvo acceso a cartulina, lápices de carbón, colores y lienzos profesionales, pinturas acrílicas, pinceles y otros, lo cual les permitió trabajar con herramientas de calidad y sentirse verdaderos artistas desde el inicio.


La instructora del taller, la artista Andrea Gamero, comentó con entusiasmo que muchos de los jóvenes mostraron un talento natural notable. Pero más allá de la técnica, lo que más destacó fue el cambio en la forma en que se veían a sí mismos: al finalizar cada clase, se notaban más seguros, contentos con sus logros y sorprendidos por lo que eran capaces de crear.


“Muchos llegaron diciendo que no sabían dibujar, pero con cada trazo y cada mezcla de color fueron descubriendo que sí podían. Ver sus rostros de orgullo y emoción al terminar sus obras fue lo más valioso del taller”, compartió Andrea.


La culminación fue especialmente emotiva. Los jóvenes aplicaron lo aprendido para crear una pintura sobre lienzo, una flor que regalaron a sus madres por su día. Fue un momento de ternura, pero también de profunda satisfacción personal. No solo habían producido una obra de arte, sino que también habían vivido una experiencia de superación y expresión emocional.


Este taller demostró que el arte no solo enseña a pintar, sino también a creer en uno mismo, a reconocer capacidades dormidas y a desarrollar disciplina, sensibilidad y gratitud. En palabras de los propios participantes, fue "algo que nunca habían hecho, pero que volverían a repetir sin pensarlo".


El Club Aslan celebra con orgullo esta experiencia y reafirma su compromiso con crear espacios donde los jóvenes puedan crecer, explorar sus talentos y construir un futuro más pleno a través de la creatividad y el aprendizaje.




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