A medida que se acerca la Navidad, no puedo evitar sentirme emocionada por la calidez y sencillez de las celebraciones en Honduras. Claro, extraño a mi familia durante esta época especial, pero hay algo en esta temporada que realmente me permite reflexionar sobre el nacimiento de Cristo sin todo el ruido comercial.
En Honduras, la Navidad es sinónimo de familia y comunidad. El 24 de diciembre, visitamos las casas de los demás, compartimos muchas risas y disfrutamos de deliciosas comidas tradicionales como los nacatamales. La noche se llena de fuegos artificiales, que llenan el cielo de estallidos de color y crean un ambiente festivo difícil de superar.
En el Club Aslan, dedicamos el mes a aprender sobre el nacimiento de Cristo. Como los niños no tienen clases, llenamos el programa con actividades adicionales para mantenerlos ocupados y divertidos. Es un momento muy ajetreado, pero también es muy importante para construir esas conexiones. Me encanta ver la alegría en sus rostros mientras decoramos nuestro árbol de Navidad y jugamos algunos divertidos "juegos de renos".
Sin duda, hornear galletas de azúcar para compartir con los niños en familia es un momento muy especial. Nos divertimos mucho decorándolas juntos. Y compartir esta tradición familiar especial me ayuda a sentirme conectada con mis raíces y, al mismo tiempo, a aportar un sentido de unión y comunidad a nuestra temporada.
Esta temporada navideña no se trata solo de celebraciones; es un momento para reflexionar, profundizar nuestras conexiones y aceptar lo que realmente significa esta festividad. Aunque extraño a mi familia, el espíritu de unión que hay aquí llena mi corazón de gratitud y alegría. Mientras nos preparamos para este momento alegre, me siento muy agradecida por el espíritu alegre que ilumina nuestros días en Honduras, haciendo que cada momento se sienta un poco más mágico.
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