Kelly: ¿Estas listo para ir?
Steve: Casi…solo necesito encontrar mis llaves.
Kelly: ¿Has mirado dentro de los pantalones que llevabas ayer?
Steve: ¡Sí! Busqué en todos mis bolsillos, alrededor de la cama, la mesita de noche, la mesa auxiliar junto al sofá y en todas las superficies planas posibles en las que podría haber dejado caer las llaves. Incluso busqué en el sofá y no las encontré por ningún lado.
Kelly: ¿Qué tal…?
Steve: Voy a mirar en el pickup y ver si las dejé allí.
Kelly: No estarán allí…las necesitabas para abrir la puerta y entrar a la casa.
Steve: Bueno, no puedo pensar en ningún otro lugar, así que ese es el próximo lugar que buscaré.
Miré en la consola, el asiento, el piso, en el suelo fuera de la camioneta y nada. Luego, abrí la puerta trasera y comencé a mirar detrás y debajo del asiento. Y fue entonces cuando noté algo muy extraño. No, no eran mis llaves, sino que el perno que sujeta mi cinturón de seguridad al chasis estaba suelto... ¡muy suelto!
Si no hubiera perdido mis llaves, no me habría dado cuenta de que se trataba de una situación muy peligrosa. Estaba en estado de shock. ¡Nunca me había sentido tan agradecido por haber perdido algo tan vital! Doy gracias a Dios por todos los que han estado orando por nosotros y por nuestra seguridad en el campo misionero. Doy gracias a Dios porque USTEDES oran por nosotros.
¡Gracias!
P.D.: Finalmente encontré mis llaves debajo del sofá, donde Kelly y yo ya habíamos buscado varias veces.
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