“No soy nadie especial. Mi padre era agricultor de café y crecimos sin nada”. Así se presentó nuestro orador invitado a los padres de la aldea rural en la que hemos estado trabajando durante los últimos 6 años. Enoch ha gestionado más de 100 personas y un enorme presupuesto anual en un ministerio emblemático. Es un hombre culto y profesional. Aun así, todavía es capaz de identificarse con aquellos que luchan (y a menudo fracasan) por mantener a sus familias año tras año.
Cuando los maestros de la escuela en la que trabajamos nos pidieron que trajeramos a un orador para animar a los padres a colaborar en la educación de sus hijos, supimos que era el hombre indicado para la tarea. Nuestro amigo y compañero de trabajo, Enoch, pudo hacer el viaje a través del país en un momento dado. Les transmitió un gran mensaje a los padres sobre cómo el desarrollo de sus hijos comienza con ellos y que ellos son la clave fundamental para abrirles el futuro.
A lo largo de los años hemos visto crecer la pasión de Enoch por empoderar a la familia. Él mismo es padre y ha trabajado con otros ministerios para empoderar a los padres y profundizar la relación entre padres e hijos. En una nación de pobreza, corrupción, violencia y familias sin padre, estamos agradecidos por líderes como Enoch. Su mensaje inspirador fue lo que esperamos que sea el primer paso para llegar a los padres de los estudiantes a los que servimos todos los días.
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